No creas todo lo que ves, pero cree en todo lo que quieras ver
La principal diferencia entre un iluso y un visionario es la capacidad de distinguir entre lo que es real y lo que es realizable.
No todo lo que vemos es real ni todo lo que aún no hemos visto puede considerarse ficción. Lo que marca la pauta es aquello en lo que creemos.
La capacidad de creer que algo es posible y que tenemos (o lograremos tener) lo que hace falta para conseguirlo, es un requisito fundamental para alcanzar nuestras metas.
Absolutamente todas las personas sufrimos, de una u otra manera, de inseguridad o incertidumbre a la hora de llevar a cabo un proyecto. Siempre tenemos la sensación de que podríamos estar mejor preparados de lo que realmente estamos o de que podríamos estar en mejores condiciones para tener un mejor desempeño. Pero lo que diferencia a los triunfadores del resto es aquella capacidad de actuar a pesar de cualquier temor o duda. Y créeme que, nadie actuaría a pesar del miedo a menos que exista una confianza interior superior a la visión del fracaso. Si no creemos que es realizable, jamás será real.
Tanto el crédulo como el escéptico generalmente sufren de la misma decepción: La de nunca conseguir lo que desean. El crédulo siempre está esperando que algo maravilloso suceda mientras que el escéptico jamás cree que algo maravilloso le pueda suceder. Ambos viven una vida vacía en muchos aspectos; el primero esperando algo que nunca verá y el segundo lamentándose porque nunca verá algo que estaba esperando.
Si nunca hemos visto un Criponosaurio, no lo reconoceremos cuando nos pase por delante. Así mismo nos sucede con las oportunidades que dejamos pasar. A veces no creemos que esas oportunidades existan mientras que otras veces, simplemente no sabíamos que existían, lo que hace muy difícil creer en algo que desconocemos. (Por cierto, me acabo de inventar la palabra «Criponosaurio», así que no hace falta que la busques en Google para ver qué es 🙂
Más vale creer en algo y hacer todo lo que esté (y también lo que no esté) a nuestro alcance para conseguirlo, que no creer para evitar parecer ilusos o ingenuos. Muchas veces, más vale tener éxito que tener la razón. Los triunfadores, muchísimas veces actúan y piensan de una manera que parece totalmente errada desde la perspectiva del resto de la sociedad, porque creen en aquello que es realizable, no necesariamente en aquello que es o «debería» ser real.
Tememos un miedo horrible a fracasar y muchas veces no actuamos por temor al fracaso, pero no nos damos cuenta que el no actuar es de por si, un fracaso ante lo que queremos alcanzar.
La ingenuidad se cura con el conocimiento y la experiencia mientras que el escepticismo, podría ser incurable, a menos de que tomemos la decisión de creer en aquello que queremos ver.