Cuando el respeto pasó a ser un lujo

Todos merecemos respeto. Sin embargo, el respeto se gana. Pero ¿Qué pasa cuando ni siquiera le hemos dado la oportunidad a alguien de ganárselo? o peor aún: cuando hemos decidido no respetar (o valorar) a alguien por nuestros propios preconceptos o ideas de «lo que debe ser»?

El respeto no se gana esperando que las demás personas nos respeten a nosotros. «hasta que él no me respete, yo no lo voy a respetar a él». «Como él me trata con respeto, yo lo voy a respetar a él».

Así no se consigue el respeto, ni el propio ni el ajeno.

Independientemente de la familia y educación que hayamos tenido en nuestros años de formación cívica, no hace falta ser un genio para entender que los demás se merecen el mismo respeto que nosotros esperamos de ellos. Si alguien no nos respeta antes de haberle dado oportunidad de ganarnos su respeto, esa persona tiene un serio problema de formación y percepción del respeto. Si no nos respeta después de haberle dado oportunidad de ganarnos su respeto, puede que la culpa sea nuestra (en parte) o que la otra persona, realmente tiene un serio problema de formación y percepción del respeto.

Ser dueños de nuestras propias ideas y creencias no nos da el derecho de despreciar o despotricar las ideas de los demás. No tenemos ninguna obligación de aceptarlas (porque no las compartimos) pero eso no hace que merezcan un desprecio desmedido de nuestra parte …a menos que esa idea nos cause un daño psicológico y en muchos casos, tenemos la sensibilidad a flor de piel y cosas insignificantes que no nos deberían herir, lo hacen y automáticamente salimos al ataque, sin importar a quien estemos irrespetando.

Si alguien tiene una idea u opinión muy negativa sobre  tu madre, tu padre, tu pareja o cualquier persona que sea muy importante en tu vida, automáticamente rechazarás con mucho desprecio esa idea (aunque a veces pueda ser verdadera) porque te causa un dolor. Sientes que esa persona no está respetando a tu ser querido y por consecuencia a ti tampoco. Entonces comienza el círculo vicioso de la falta de respeto: «Como él no me respeta, yo no lo voy a respetar a él».

Muchas veces le faltamos el respeto a otras personas, no por culpa de ellos, sino porque nuestras ideas o preconceptos no van de acuerdo con las de ellos. Solo el hecho de no estar de acuerdo con alguien, nos incita a «faltarle el respeto». Esa es la sociedad actual y no queremos hacer nada por cambiarlo.

Internet ayuda a que todos tengamos una voz y un voto para cualquier cosa pero muchas personas lo malgastan atacando las ideas de los demás en vez de darle valor a las suyas.

«Como a mi me lo hicieron/hacen, yo se lo voy a hacer a los demás»

¿Cómo se siente eso? ¿La vida mejora automáticamente cuando nos «vengamos» en alguien que no tiene la culpa? y en caso de que la tenga ¿obtenemos «justicia» al ocasionarle a otra persona el mismo mal del que padecemos nosotros?

Lo más triste de todo esto, es que la mayoría de personas responderá a esta reflexión con el pensamiento: «sí, es cierto, pero es lo que hay! la vida es así! y no podemos hacer nada!»

FALSO. Sí que podemos.

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